domingo, 20 de septiembre de 2009

El origen del té según Japón.




La leyenda del origen del té por parte del emperador chino Sheng-Nong no es la única que existe. Los japoneses no aceptan por completo esta teoría y tienen su propia leyenda acerca del origen del té.

Para ellos el té es traído desde la India hasta China por el monje budista Bodhidharma. Se dice que al llegar al Cantón le ofrecieron al monje una celda en un templo de las montañas. Allí hizo votos para meditar despierto durante nueve años. Tiempo después comenzó a sentirse somnoliento y el sueño lo rindió. Al despertar se sentía muy angustiado por su debilidad por lo que decidió arrancarse los parpados y arrojarlos al suelo. Un día después creció en ese lugar una planta. Al masticar sus hojas con forma de parpado se dio cuenta que su sueño cedía lentamente.

Las primeras semillas para el cultivo de té las llevo Dengyo Daishi, un monje que estaba estudiando en China y a su regreso las planto en las tierras de su monasterio. Cinco años después le sirvió al emperador Saga una infusión hecha con estas hojas y dicen que le gusto tanto que ordeno que se cultivara té en cinco provincias cercanas a la capital.

El té dejo de ser consumido en la corte japonesa tras el deterioro de las relaciones entre Japón y China por tratarse de un producto chino. Cuando la situación mejoro, al principio del siglo doce, otro monje japonés llamado Eisai fue el primero en visitar China, y trajo con el más semillas de té y las enseñanzas del budismo Zen.

Las enseñanzas del budismo zen y el consumo de té evolucionaron de forma paralela y se llegó a una ceremonia japonesa única para el consumo del té. En la ceremonia japonesa del té el objetivo es llegar a un armonioso y silencioso momento durante el cual el anfitrión y los huéspedes tratan de revitalizarse espiritualmente mientras disfrutan de una exquisita bebida.

La ceremonia del té japonesa combina cuatro aspectos básicos, la armonía con las personas y con la naturaleza, el respeto por los demás, la pureza de corazón y espíritu, así como la tranquilidad. La ceremonia, que puede durar hasta cuatro horas, suele celebrarse en casa, en una habitación especial destinada a tal efecto, o en lo que se conoce como una "casa del té".

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